Brecha de género en FP

 

 

La brecha de género en FP

 


¿Por qué hay menos mujeres en ciclos de FP industriales y tecnológicos?
¿Cuáles son los estudios de FP más masculinizados?
Propuestas para romper la brecha de género en FP
 
En un mercado laboral en el que se requieren cada vez más perfiles profesionales técnicos en trabajos manuales y tecnológicos, las mujeres juegan en desventaja porque tienen menor presencia en la Formación Profesional (FP) relacionada con estos ámbitos.
 
Y es que los hombres las superan en número en la FP y además son mayoría en estudios relacionados con las disciplinas industriales y tecnológicas. Así lo reflejan las estadísticas más recientes del Ministerio de Educación y Formación Profesional que se desprenden del portal EDUCAbase: del total de estudiantes matriculados en ciclos formativos en el curso 2017-2018, el 44 % eran chicas y el 56 % chicos. Por el contrario, los estudios universitarios contaban con más alumnas que alumnos en el mismo periodo: ellas representaban el 55,1 % de las matriculaciones frente al 44,9 % de ellos.

La brecha de género en estas áreas se observa en el alumnado de FP y también en las carreras universitarias. Prueba de lo anterior es que solo un 8 % de chicas cursa un ciclo formativo de grado medio de Informática, y el 4,9 % de ellas estudia un ciclo superior Electricidad y Electrónica, según datos del estudio Igualdad en Cifras MEFP (2019), elaborado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional.
 
La FP está incluso más segregada por género que la formación universitaria, según el estudio ¿Por qué hay menos mujeres en ocupaciones manuales? (2020), elaborado por Margarita Torre, profesora de Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid, y publicado en el Observatorio Social de la Caixa. El informe también señala que en las ramas de Fabricación Mecánica o Informática predominan los hombres, pero en las de Imagen Personal, Sanidad o Confección, las mujeres son mayoría.
 
Y es que la elección de las familias profesionales "sigue claramente determinada por el sexo del alumnado y por los estereotipos de género arraigados en cada uno de ellos", señala por su parte la Unión General de Trabajadores (UGT) de Madrid en el informe Brecha de género: incidencia en la empleabilidad y propuestas para contrarrestarla.
 
"Las mujeres que no se deciden por estos ciclos profesionales, a pesar de contar con las competencias necesarias, pierden la posibilidad de desarrollarse como profesionales y el sector laboral pierde a personas con gran potencial y con una perspectiva distinta a la que pueden aportar los hombres", añade Angelines Enfedaque, responsable del área de Sanidad en el centro de formación MasterD, en declaraciones a Educaweb.
 

¿Por qué hay menos mujeres en ciclos de FP industriales y tecnológicos?

 
Los estereotipos de género de la sociedad, y sobre todo el nivel educativo y la ocupación de las familias de los estudiantes, son los principales factores que influyen en sus aspiraciones profesionales, según el estudio ¿Por qué hay menos mujeres en ocupaciones manuales? (2020), difundido por el Observatorio Social de La Caixa.
 
"Mientras las familias de clase alta animan cada vez más a sus hijas a romper los estereotipos de género para trabajar como médicas, abogadas o arquitectas, entre las hijas de familias de clase trabajadora se perpetúan en mayor medida los estereotipos de género, por lo que continúan concentradas en trabajos tradicionalmente femeninos, generalmente peor pagados, como los de peluquería o la atención a las personas", señala el informe.
 
Otro de los motivos es el miedo a no dar la talla en estos estudios, tal como lo señala Paloma Elvira Maestro, que acaba de titularse del ciclo formativo de grado superior Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma en ILERNA Online. "Miedo a enfrentarse a las tecnologías, a pensar que no estás capacitada para ello, a tener la falsa teoría de que ‘estas cosas se les dan mejor a los chicos' y a la poca visibilidad de las mujeres en la Informática", explica la recién titulada en declaraciones a Educaweb.


La familia de FP de Electricidad y Electrónica registraba un 2,9 % de alumnado femenino en los ciclos de grado medio en el curso 2016-2017, y un 4,9 % en los ciclos de grado superior.


¿Cuáles son los estudios de FP más masculinizados?

 
Por lo general, los estudios de FP relativos a actividades manuales, como Instalación y Mantenimiento, Electricidad y Electrónica o Mecánica, suelen tener mayor presencia masculina. También la Informática, tal como informa a Educaweb Jordi Giné, CEO de ILERNA Online.
 
En el caso de este centro formativo, 4 de los 19 ciclos de FP a distancia que se ofrecen tienen más alumnos que alumnas: Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma, Sistemas Microinformáticos y Redes, Desarrollo de Aplicaciones Web, así como Animaciones 3D, Juegos y Entornos Interactivos. Por el contrario, en los ciclos relacionados con Educación Infantil, Higiene Bucodental, Integración Social y Cuidados Auxiliares de Enfermería, la presencia masculina es mínima.
 
Descubre a continuación datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional sobre cuáles son las familias profesionales de FP más masculinizados.
 

Las 8 familias de FP de grado medio con menos presencia femenina

    

 

Familia profesional

% mujeres

% hombres

1

Mantenimiento y Servicio a la Producción/Instalación y Mantenimiento

2,1

97,9

2

Mantenimiento de vehículos autopropulsados

2,4

97,6

3

Electricidad y Electrónica

2,9

97,1

4

Fabricación Mecánica

3,0

97,0

5

Industrias Extractivas

3,6

96,4

6

Actividades Marítimo-Pesqueras

6,9

93,1

7

Madera y Mueble/Madera, Mueble y Corcho

7,2

92,8

8

Informática/Informática y Telecomunicaciones

8,0

92,0

 Elaboración propia en base al informe Igualdad en Cifras MEFP (2019), del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Los datos corresponden al alumnado matriculado en ciclos formativos de grado medio por sexo y familia del curso 2016-2017.

 

Las 8 familias de FP de grado superior con menos mujeres

    

Elaboración propia en base al informe Igualdad en Cifras MEFP (2019), del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Los datos corresponden al alumnado matriculado en ciclos formativos de grado superior por sexo y familia del curso 2016-2017.

Más información

Segregación por género y Formación Profesional: aportaciones al debate sobre la situación actual

En el presente artículo se presenta un estudio sociológico que analiza la situación actual de la segregación de género en la Formación Profesional. Se trata de una etapa educativa con un marcado sesgo de género que se observa en el hecho de que, de las 26 Familias Profesionales existentes, hay 15 claramente masculinizadas, mientras que el alumnado femenino es mayoritario en cinco. Esta circunstancia se traslada a los entornos profesionales a los que conducen estos estudios, generando una segregación horizontal en el mundo laboral.

A partir del análisis de fuentes secundarias de información, se observa cómo, en general, el peso porcentual de las alumnas desciende en todos los niveles de FP, aunque en los últimos cursos su peso se mantiene prácticamente igual. Desde un análisis pormenorizado, con todas las precauciones que hay que tener por las evoluciones divergentes experimentadas por las diferentes Familias Profesionales, en los últimos años se observa un aumento de la matriculación de hombres en los ciclos feminizados sin que se incremente en general el peso de las mujeres en los masculinizados. Esto permite hablar de una escasa o casi nula reducción del sesgo de género en este ámbito.

Posteriormente, se realizan aportaciones al debate sobre las posibles explicaciones del fenómeno analizado y las implicaciones que lleva aparejadas respecto a la elección de los estudios y respecto a las desigualdades entre los géneros en cuanto a la inserción laboral y las condiciones de trabajo de los hombres y de las mujeres. Asimismo, se plantean posibles propuestas para reducir estas situaciones de desigualdad de género.

 

DISTRIBUCIÓN POR GÉNERO EN LAS FAMILIAS PROFESIONALES

Para analizar profundizar en el análisis, de forma similar a la línea de investigación desarrollada por otros estudiosos de la materia (Rial et al., 2011; Urrea et al., 2018; Mariño y Rial, 2019), se ha acudido, asimismo, al estudio de la distribución por sexos de las diferencias vocacionales mediante la variable familia profesional11. De esta forma, como muestra la Tabla III, se observa una alarmante segregación horizontal de género en las mujeres en tanto que concentran su matrícula principalmente en cinco familias profesionales feminizadas: Administración y gestión, Imagen personal, Sanidad, Servicios socioculturales y a la comunidad y Textil, confección y piel. Dicha agrupación se traduce en que casi tres de cada cuatro mujeres se matriculan en los CCFF incluidos en las mismas.

En el caso de los varones se observa que su presencia es mayoritaria en 15 familias, pero su disper- sión por todas ellas tan solo asciende a matricular a dos de cada tres hombres, aunque monopolizan los sectores industriales y tecnológicos como: de Electricidad y Electrónica, Energía y Agua, Fabricación Mecánica, Informática y Comunicaciones, Instalación y Mantenimiento, Madera, Mueble y Corcho, Marítimo-Pesquera, Seguridad y medio ambiente y Transporte, Mantenimiento de Vehículos. Lo cual quiere decir que su presencia en la FP está mucho más diversificada.

 

Por otra parte, puede afirmarse que solo habría seis familias profesionales mixtas; es decir, donde

la presencia de hombres y mujeres oscila entre el 60 % y el 40 %.

 



 

 

 LA DESIGUALDAD DE GÉNERO COMO ESTRUCTURA SOCIAL

El concepto de «género», puede definirse como «el conjunto de creencias, rasgos personales, actitudes, sentimientos, valores, conductas y datos que diferencian a hombres y mujeres a través de un proceso de construcción social» y se observa en distintas sociedades y períodos históricos, así como en el imaginario colectivo (Martín, 2006: 40). Por tanto, es un producto de la cultura y cada una desarrolla el término de manera diferente.

 

Asimismo, el género, además de describir un sistema de relaciones sociales jerárquicas –basadas en la diferencia sexual y construidas a través del parentesco–, también funciona como un sistema simbólico que asigna significados a los individuos dentro de una misma sociedad. En este sentido, los roles de género, apoyándose en diferencias sexuales o de tipo biológico, se establecen como normas que determinan lo que es masculino y lo que es femenino. El género se convierte, por tanto, en un criterio de identidad (Amorós,

2000).

 

Un elemento que también es importante delimitar es el de «estereotipos de género», definido más arriba. Estos, como «fiel reflejo de una cultura y una historia, […] se caracterizan por su fuerte resistencia al cambio y por seguir vigentes en la sociedad hasta que se produzca un cambio en los roles de mujeres y hombres». (Mosteiro y Porto, 2017: 153).

 

En definitiva, lo masculino y lo femenino, el género, son constructos sociales; esto implica, por tanto, que son elementos artificiales creados por el ser humano. Y, por tanto, si es una construcción, puede reconstruirse o, inclusive, deconstruirse.

 

Pero no puede olvidarse que el término género se construye en relación a otro concepto clave, el de

«patriarcado»; es decir, poder o gobierno por parte del padre y, por extensión, de todos los hombres, que pone de manifiesto las relaciones de poder existentes entre géneros (Tubert, 2003). Sistema patriarcal de género que se establece sobre y converge con el sistema económico capitalista (Benería, 2005, 2007), tal como se expone en el próximo apartado. En definitiva, es la configuración de relaciones objetivas de acción e influencia y alianzas de agentes; es decir, el poder que se observa al asignar los roles sociales tanto a las mujeres como a los hombres. Asigna espacios y otorga valor y posee autoridad para nombrar y establecer las diferencias. El género expresa diferencias de poder, pero también las reproduce a través del discurso sobre las diferencias.

 

El patriarcado y la división sexual del trabajo plantean una característica polifacética y precisa para perpetuarse en el tiempo: «el reconocimiento y la complicidad, en cierto modo, de las mujeres» (Tubert, 2003:143); las cuales aceptan los modelos de lo femenino como inevitable e incluso necesario. Este conjunto de predisposiciones a la acción por parte de los agentes socializados en las condiciones sociales objetivas: el patriarcado, como señala Cobo (2011), promueve la idea de que la inferioridad es inherente a la naturaleza femenina para mantener un orden natural del sistema. De esta manera se legitima el alejamiento de las mujeres del poder y, a cambio, a través de éste se les asignan unos valores y roles sociales propios, mediante la denominada «mística de la maternidad» (Di Nicola, 1991: 25).

En este marco, por lo que interesa aquí, las diversas instituciones educativas, a través del currículum oculto, refuerzan los estereotipos de género que se inician en el seno familiar; estereotipos que tienen una gran influencia en el autoconcepto y logro académico (Igbo et al., 2015).

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